Soledad, Atlántico – La plazoleta del Museo Bolivariano fue escenario de un acto que combinó cultura, reconocimiento y apoyo productivo para las comunidades indígenas asentadas en el municipio. En el marco del Día de los Pueblos Indígenas, la Alcaldía de Soledad, a través de la Oficina de Víctimas, entregó semillas, herramientas y bombas de fumigación a representantes de las comunidades Wayuu, Arhuaca, Zenú y Kankuama, con el objetivo de fortalecer sus proyectos agrícolas y promover la seguridad alimentaria.
El evento reunió a autoridades locales, encabezadas por la alcaldesa Alcira Sandoval Ibáñez, y a líderes indígenas que participaron en una jornada cargada de expresiones artesanales y manifestaciones culturales propias de sus tradiciones. La actividad forma parte del programa municipal "Huertas Caseras para la Paz", una estrategia implementada por la Administración para apoyar la producción de alimentos a pequeña escala y fomentar la economía comunitaria.
"Los 2.170 miembros radicados en Soledad hacen parte de este pedacito de tierra donde nos garantizan el alimento y la seguridad. Como administración, vamos a fortalecerlos aún más cuando llevemos al Concejo Municipal las políticas públicas para los pueblos indígenas. Ustedes también aportan a la economía y a la cultura soledeña, porque Soledad es multicultural", afirmó la alcaldesa durante su intervención.
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La conmemoración no se limitó a un acto simbólico. Durante la jornada se oficializó la entrega de cuatro bombas de fumigación, que se sumarán al trabajo en campo para proteger cultivos y garantizar que las semillas entregadas puedan desarrollarse en condiciones seguras. Estas acciones buscan mejorar el rendimiento de las huertas y asegurar que las familias puedan abastecerse de productos frescos, incluso en contextos de dificultad económica.
Orlando Montiel, coordinador de la Oficina de Víctimas, resaltó la importancia del papel de estas comunidades en la identidad del municipio. "Ustedes, como comunidades indígenas con perfil campesino y manos para labrar la tierra, representan el corazón del municipio. Por eso, somos pioneros a nivel nacional en la implementación de políticas públicas con enfoque diferencial para las víctimas del conflicto armado en contexto urbano. Ustedes, nuestros hermanos mayores, también son soledeños y hoy debemos sentirnos orgullosos de nuestra ciudad", señaló.
El acto de conmemoración se convirtió también en una vitrina para que las comunidades expusieran sus artesanías y productos elaborados, reforzando el valor de sus tradiciones y abriendo oportunidades para el intercambio comercial con otros sectores de la población. Los asistentes pudieron apreciar tejidos, cestería y productos alimenticios que forman parte del legado cultural de cada etnia.
El programa "Huertas Caseras para la Paz" ha venido creciendo en Soledad, integrando a diferentes sectores en torno a la idea de que la producción de alimentos no solo mejora la economía de las familias, sino que también refuerza la cohesión social y la identidad territorial. En este contexto, las comunidades indígenas han jugado un papel esencial, aportando su conocimiento ancestral sobre el manejo de la tierra y la producción sostenible.
Según cifras de la Administración Municipal, los beneficiarios de este tipo de programas han logrado reducir gastos en la compra de alimentos y generar excedentes que pueden ser comercializados en ferias y mercados locales. Esto no solo favorece la economía familiar, sino que también fortalece el tejido productivo del municipio.
El compromiso de la Alcaldía se extiende a la formulación de políticas públicas que, una vez aprobadas por el Concejo Municipal, permitirán brindar un respaldo jurídico y presupuestal a estas iniciativas. Esto garantizaría la continuidad de los programas y abriría la puerta a nuevas inversiones para el desarrollo rural en contexto urbano.
En la plazoleta del Museo Bolivariano, el ambiente festivo se mezcló con la reafirmación de un mensaje institucional: Soledad es un municipio donde la diversidad cultural es vista como un activo y no como una barrera. Las intervenciones de los líderes indígenas presentes coincidieron en resaltar que el apoyo recibido representa un paso firme hacia el fortalecimiento de su autonomía alimentaria y su participación en la vida económica local.
La jornada también sirvió para consolidar el trabajo articulado entre la Oficina de Víctimas, las autoridades comunitarias y la sociedad civil, con el objetivo de que las acciones no se queden en un único evento, sino que formen parte de una estrategia permanente. Este enfoque incluye capacitaciones, seguimiento técnico y el acompañamiento en la comercialización de productos.
En palabras de la alcaldesa, la meta es que "cada comunidad pueda garantizar su seguridad alimentaria con independencia y orgullo de sus tradiciones, mientras aporta a la economía de Soledad". Este planteamiento enlaza con la visión de un municipio que, a pesar de sus retos, reconoce en su diversidad una fuente de fortaleza y desarrollo.
Las comunidades Wayuu, Arhuaca, Zenú y Kankuama, presentes en la ceremonia, coincidieron en que este tipo de respaldos contribuyen a preservar sus prácticas ancestrales y a adaptarlas a las condiciones actuales. La combinación de saberes tradicionales con herramientas modernas permite, según sus voceros, asegurar que las futuras generaciones mantengan vivo el vínculo con la tierra.
Aunque el acto central fue la entrega de insumos, la conmemoración también dejó en claro que el reconocimiento a las comunidades indígenas no puede limitarse a un día en el calendario. La consolidación de políticas públicas inclusivas y sostenibles es el verdadero reto para que el discurso de apoyo se traduzca en resultados tangibles.
En los próximos meses, la Administración Municipal prevé presentar ante el Concejo el proyecto de acuerdo que formalizará estas políticas. De aprobarse, el municipio contaría con un marco legal que respalde el financiamiento y la ejecución de programas productivos, educativos y culturales con enfoque diferencial.
La conmemoración del Día de los Pueblos Indígenas en Soledad dejó así una doble huella: la de un acto cultural que visibiliza a las comunidades y la de un compromiso político que busca garantizarles condiciones dignas de vida. La combinación de acciones inmediatas, como la entrega de insumos, y proyecciones a largo plazo, como las políticas públicas, marca el camino hacia una relación más equitativa entre la institucionalidad y los pueblos originarios.