Barranquilla – El Junior no pudo sostener su orgullo en casa. Cayó 1-2 ante América de Cali en el Metropolitano en la ida de los cuartos de final de la Copa BetPlay, y lo que debía ser una noche de autoridad terminó convirtiéndose en una advertencia para el equipo y su afición.
El partido tuvo dos lecturas claras: Junior dominó el balón y la iniciativa, América aprovechó las transiciones.
El primer golpe llegó al cierre del primer tiempo. Andrés Roa abrió la cuenta al 44' tras una salida rápida que dejó desordenada a la defensa. El tanto llegó en una situación en la que el equipo tiburón ya acomodaba sus piezas para el segundo tiempo; fue un castigo por falta de atención. En el arranque del complemento,
El segundo mazazo - Llegó como un baldado de agua fría y con firma de lujo. Corría el 53' cuando Luis Ramos recibió un pase frontal, encaró a Jermein Peña y lo dejó atrás con un túnel que levantó murmullos en las tribunas. Sin pensarlo dos veces, sacó un disparo de media distancia que se coló pegado al palo izquierdo. Un gesto técnico impecable que bien podría competir por el gol de la fecha.
El descuento llegó tarde. Javier Báez apareció al 82' para poner el 1-2 con un cabezazo firme tras un centro enviado por Suárez desde el costado derecho.
Los números que explican la caída
Las estadísticas revelan la lógica del juego: Junior remató más veces (13 remates) y tuvo más tiros al arco (5), pero la eficacia fue menor que la de América, que convirtió dos de sus opciones más claras. El equipo barranquillero ganó la batalla del balón 421 pases acertados y 84% de efectividad pero perdió la guerra de las oportunidades.
En defensa, las coberturas fueron erráticas. Los centrales no siempre coordinaron relevos y los laterales dejaron huecos en las transiciones rápidas del rival. En el mediocampo, Guillermo Celis y Carlos Esparragoza trabajaron en recuperación, pero no encontraron con consistencia a los creadores que pudieran romper líneas. La sensación fue de incomunicación entre la zona de creación y la zona ofensiva.
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La terna arbitral estuvo encabezada por Jonnathan Ortiz y el VAR por Ricardo García, según las designaciones oficiales publicadas antes del partido. Hubo amonestaciones de ambos equipos y minutos adicionados, sin expulsiones que alteraran el desarrollo.
Jugadores como Bryan Castrillón y 'Titi' Rodríguez intentaron generar profundidad, y José Enamorado entró desde el banco buscando desequilibrio por la izquierda, pero las conexiones entre piezas no fueron las esperadas. La incapacidad para transformar superioridad territorial en oportunidades claras sigue siendo la asignatura pendiente.
Esta derrota en casa obliga a replantear prioridades. Junior llegó a la serie con la expectativa de imponer su condición de local; en cambio, ahora deberá viajar a Cali con la necesidad de al menos empatar para mantener opciones. El partido de vuelta será definitivo y exigirá concentración y mejores lecturas tácticas.
Para la hinchada, la preocupación no es solo el resultado, sino el modo. La sensación de que el equipo se 'partió' por momentos —con tramos en los que las líneas se rompieron y dejaron espacios— es lo que más inquieta. En Barranquilla se espera orgullo, orden y claridad; anoche faltó orden en momentos clave.
La serie aún está abierta. Sin embargo, el margen de error se reduce. Junior debe corregir urgencias tácticas y recuperar eficacia ofensiva.
En la era reciente, el Metropolitano fue fortaleza para el equipo, pero los rivales también han aprendido a explotar debilidades. América de Cali mostró que con orden y lectura de partido puede sacar ventajas incluso lejos de su casa. La composición de la nómina local —algunos cambios respecto a las alineaciones habituales podría haber alterado sincronías habituales que el cuerpo técnico deberá revisar.
La directiva y el cuerpo técnico tienen ahora una hoja de ruta: ajustar piezas, confirmar la idea de juego y preparar a los jugadores para una exigencia mayor en el Pascual Guerrero. El llamado es a responsabilidad y a creer que aún hay posibilidad de vuelta.
La hinchada vivió una noche de sentimientos encontrados: hubo aliento constante, pero también silbidos en momentos de confusión. El Metropolitano mostró su temperamento: cuando el equipo falla en lo básico, la presión se siente y reclamó mayor solidez colectiva.
La semana que viene será de trabajo intenso. El cuerpo técnico deberá blindar las zonas vulnerables, insistir en las repeticiones defensivas y recuperar la precisión en la entrega final. Si Junior quiere pelear la serie, tendrá que ser más contundente y menos permisivo en las pérdidas de balón.